Cuando encuentro una hermosa joven y le ruego: "Tenga la bondad de acompañarme", y ella pasa sin contestar, su silencio quiere decir esto:
- No eres ningún duque de famoso título, ni un fornido americano con porte de piel roja, con ojos equilibrados y tranquilos, con una piel curtida por el viento de las praderas y de los ríos que las atraviesan, no has hecho ningún viaje por los grandes océanos, y por esos mares que nosé dónde se encuentra.
En consecuencia, ¿por qué yo, una joven hermosa, habría de acompañarte?
- Olvidas que ningún automóvil te pasea en largos recorridos por las calles; no veo a los caballeros de tu séquito que se abalanzan detrás de ti, y que te siguen en estrecho semicírculo, murmurándote bendiciones; tus pechos parecen perfectamente comprimidos en tu blusa, pero tus caderas y tus muslos los compensan con opresión; llevas un vestido de tafetán plegado, como los que tanto nos alegraron el otoño pasado, y sin embargo, sonríes - con ese peligro mortal en tu cuerpo- de vez en cuando.
- Ya que los dos tenemos razón, y para no darnos irrevocablemente cuenta de la verdad, preferimos, ¿No es cierto?, irnos cada uno a su casa.
Frank Kafka
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